A escasos días para las votaciones a las diputaciones federales, el fantasma del voto blanco se perfila como la alternativa más confiable y justa del sufragio ciudadano.
La presente opinión es uno de los tantos ejemplos que ya se escuchan por las calles, en reuniones y cafés por lo que hemos decidido considerarlo para el lector.
Más Que el temor de que el voto en blanco favorezca a uno o desfavorezca a otro partido, el verdadero temor, (por no decir extrema preocupación), es que al imponerse en el ánimo ciudadano SE DESLEGITIME el ESPECTRO democrático en el que supuestamente está fincado nuestro sistema político y social mexicano. Para entenderlo mejor veamos que nos dice la enciclopedia (Daniel Moreno M.)¿ QUE ES EL SUFRAGIO?
El sufragio es el derecho político y constitucional a votar a los cargos públicos.
En un sentido amplio, el sufragio abarca el activo, en donde se determina quienes tienen derecho al ejercicio del voto (uso más común); y el pasivo, que refiere quienes y en que condiciones tienen derecho a ser elegidos.
Históricamente, numerosos colectivos han sido excluidos del derecho a votar por razones muy variadas: unas veces porque sus miembros eran "súbditos" de reyes feudales y no se les consideraba hombres "libres"; otras veces porque la exclusión de la votación dependía de una política explícita claramente establecida en las leyes electorales.
En unas ocasiones el derecho a votar excluía a grupos que no cumplían ciertas condiciones (exclusión de analfabetos, impuestos de capitación, etc.); en otras ocasiones, a un grupo se le ha permitido votar pero el sistema electoral o las instituciones del gobierno fueron diseñadas a propósito para darles menos influencia que otros grupos más favorecidos.
Se suele considerar que la legitimidad política de un gobierno democrático deriva principalmente del sufragio.
RAZONES PARA VOTAR EN BLANCO EL 5 DE JULIOMEJOR ANULAR QUE VOTAR POR EL PARTIDO MENOS PEOR: PATRICIA DURAN
A estas alturas del proceso electoral, debo confesar que no tengo claro por qué partido político votar, y que estoy valorando —muy en serio— la posibilidad de acudir el próximo domingo a mi casilla a tachar las boletas electorales como una acción de repudio a los partidos, a sus grises y anodinos candidatos, y a las autoridades electorales que han sido incapaces de contribuir al desarrollo de la vida democrática.
Mi decisión de ir votar y anular mi sufragio, no es de ningún modo una acción pasiva o acrítica.
Lo sería si optará por abstenerme, como seguramente lo hará el 60% de los inscritos en la lista nominal de electores.
Convencido de que mi voto no cambiará las tendencias electorales reportadas por las empresas encuestadoras, de que a nivel estatal no hay más que de dos sopas —PRI o PAN—, y de que en Puebla sufragar por cualesquiera de las demás opciones partidistas, es tanto como tirar un voto al bote de la basura, expreso a continuación seis razones para sumarme a la causa del voto blanco:
Anularé mi voto en protesta por el sistema de partidos y el sistema electoral de México, que lejos de contribuir al desarrollo democrático, a la legalidad, y a la consolidación de las instituciones, fomenta la partidocracia, la parálisis institucional y la impunidad.
Votaré en blanco en repudio de los partidos políticos —grandes y pequeños— que en este proceso electoral decidieron nominar —salvo honrosas excepciones— a candidatos inocuos o pipitilla, con dirigentes apocados, medrosos y renuentes al debate, y que en esta campaña se gastaron miles de millones de pesos para publicitarse, pero sin asumir compromisos viables y concretos, más allá de lo que el marketing les aconsejó.
No le daré mi voto a ningún partido en lo particular, no porque crea que todos son iguales, aunque a veces me lo parezca, sino porque creo que ninguna de las ocho opciones partidistas que hoy existen —PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, Convergencia, Nueva Alianza y PSD— se lo merece. Mi anterior decisión de votar, como muchos mexicanos, por el menos peor, ya tampoco me convence.
Sé que el llamado voto blanco favorece generalmente al partido más fuerte o en el gobierno, pero en Puebla esta situación es ambigua. A nivel federal, gobierna el PAN, y a nivel estatal y municipal, el PRI. Las encuestas pronostican que el PRI podría llevarse la mayoría de los 16 distritos, y el PAN entre 3 y 8 distritos. Lo que a mí, como a otros anulistas nos mueve, no es qué partido se beneficiará o saldrá perjudicado con nuestro voto en blanco, sino dejarles claro que estamos hartos de los dos, y de los demás, que en los hechos, están lejos de ser una opción viable y confiable.
No ignoro que en la medida que el voto nulo crezca, la elección del próximo domingo 5 de julio la decidirán los menos. La mayoría no, pues como ya lo mencioné líneas arriba, se abstendrá. La integración de la próxima legislatura federal estará en manos de las minorías, minorías que las maquinarias y estructuras electorales del PRI y PAN tratarán de movilizar a su favor, sin que el árbitro de los comicios intente impedirlo.
Finalmente, anularé mi voto como una medida de protesta en contra del Instituto Federal Electoral, que ha sido incapaz de garantizar la equidad en estos comicios; laxo para aplicar la normatividad vigente, que entre otras cosas prohíbe la comercialización de espacios en radio y televisión, lo que a todas luces ocurre con entrevistas a modo y la promoción de figuras políticas como Enrique Peña Nieto; y timorato para sancionar a las cadenas de televisión que, al margen de la ley, promueven a partidos como el Verde Ecologista en aras de recobrar sus fueros, y para castigar el derroche publicitario de candidatos que infringen los topes de campaña.