
En pleno arranque de campaña para contender por las diputaciones federales el PRI cambió su estrategia: de ostentarse como un partido autosuficiente financieramente, al de un partido miserable que está al borde de la indigencia.
Esto se ha dejado sentir en el ambiente mediático y como consecuencia de la postura del área de comunicación social, responsable y encargada de los convenios de difusión y publicidad en los medios informativos locales, a los que, en primera instancia y rayando en el límite de su inicio, se les dijo que el Comité Ejecutivo Nacional “estaba evaluando la partida económica para la campaña publicitaria de sus candidatos”.
Más aun, el PRI ( por medio de comunicación social) dejó entrever que “no sería un convenio formal como los anteriores, debido a las precarias condiciones económicas (¿) que padece este partido político”; pero que haría todo lo posible para que, “cuando menos, se estableciera una partida económica para apoyar a los medios locales”.
Ya dentro de la campaña en pleno la declaratoria triunfalista del dirigente estatal del PRI, Alejandro Armenta Mier, no concuerda con la realidad desbordante en miseria que proyecta ese partido político quien se ostenta como el “que ha impulsado el progreso del país (¿) y el “único” “que está con las clases populares” (¿)
¡¡Vaya, Vaya…!! Resulta que ahora los que necesitan de “apoyos” y “ayudas” son los medios informativos, no este partido quien con su “esencia histórica…” es el que necesita de los medios para promover a sus candidatos, por cierto, algunos inmersos en casos de fraudes y corrupción, como Oscar Aguilar, Leobardo Soto y otros; casos que abordaremos posteriormente.
Tambien nos llama la atención la distorsión en el enfoque estratégico de la campaña priísta que mientras por un lado Armenta Mier promulga que el PRI, y sus candidatos, están preponderantemente “con las clases populares”, por el otro se hagan distinciones con los medios informativos locales subestimando precisamente a los “medios populares” haciendo caer en ridículo y en contradicho el fundamento estratégico y “popular” de la campaña priísta. Como lo dijeran los chavos de hoy: Todo un “choro”.
Así las cosas; la realidad es que el PRI no las tiene todas consigo; está urgido por procrear una credibilidad de los votantes, que no tiene, no de esa “militancia (priista) deseosa de ganar”.
En estas circunstancias un voto que sea para su causa, sería un voto inestimable.
Si, pero… ¿ Como van a procrear la credibilidad ( y con ella, el voto) si desde el principio de la campaña se proyectan como un partido al borde de la indigencia; engañoso y clasista?.
Más bien, se está notando que este partido inició jugando para perder a propósito. En este caso es natural que no le importe perder cualquier cantidad de votos como consecuencia de nuestra reflexión que seguramente encontrará eco en otros medios de información.
La pregunta ¿Qué valor tendrá entonces, para el PRI, un voto perdido…?